2 Cuentos para Samaín: sueños, magia, oscuridad y naturaleza
Vamos calentando motores para Samaín (el nombre ancestral de la celebración de Halloween) y te comparto dos cuentos sencillos pero llenos de magia, de los muertos y de oscuridad, y sin miedo claro ;)
El año pasado una mamá que se había unido la Rueda de la Tierra (los 8 panganzines de las celebraciones de la Tierra), me escribió esto:
“Tengo el librito de Samain, sin embargo, tenía la sensación de haber entendido que a parte de las lecturas explicativas había también un cuento? Este no ha llegado... Puede tratarse de un error?”
No había error, de lo que ella se quejaba era del cuento que venía con el librito y es verdad que no era más que un relato con algo de simbología pero poca chicha.
Por eso, me puse en ese mismo momento a mejorarlo hasta que conseguí su aprobación (aunque todavía creo que lo del mundo de Minecraft en el cuento no le convence jeje).
Y claro, en la edición de este año del librito de Samaín/halloween lo he incluido. Pero además no viene solo este cuento, viene otro. En total son dos cuentos, uno más uno que hoy te incluyo en este post (enlaces más abajo):
El sueño de una noche de Samaín - Uri viaja al mundo de los muertos para encontrar muchas personas especiales y símbolos que nos llevan a creencias ancestrales basadas en la naturaleza.
La petirojo y el acebo - Unos niños le dan una pedrada a la petirojo y le rompen el ala. Tendrá que buscar refugio para recuperarse pidiéndole a los árboles del bosque que la ayuden.
Así que tenemos dos cuentos de temporada para el librito de Samaín que por supuesto comparto por aquí para las suscriptoras pero que también puedes conseguir impresos y enviados a casa.
Tienes dos maneras de conseguirlos:
Uniéndote a la Rueda de la Tierra aquí y te envío los ocho libritos a tu casa por correo.
Uniéndote a la suscripción. Si ya eres suscriptora encuentra los cuentos al final de este posts.
(Si compraste el pack Samaín el año pasado, quieres los cuentos nuevos y no quieres unirte a la membresía escríbeme que puedo compartir contigo estos cuentos con los que he mejorado el librito).
Además de los cuentos, en este post te hablo de la raíz de los elementos simbólicos de la celebración ancestral de la llegada de la oscuridad, Samaín y te dejo el enlace de descarga del cuento.
Durante tres semanas, hoy y las dos siguientes, hablaremos de esta celebración. Vamos a vivir a fondo la celebración de la oscuridad. Aprendiendo sobre símbolos, evolución y maneras de celebrarla. Así podrás adaptar lo que más te resuene para tu propia celebración.
E ir creando tu Rueda.
Si la celebración americana de Halloween no te seduce pero tampoco sientes los Santos, celebra la oscuridad, celebra Samaín al ritmo de la naturaleza.
La petirojo y el acebo
Había una vez una pequeña petirrojo que vivía felizmente en un bosque. La vida en el bosque era demasiado tranquila para una petirrojo curiosa como ella, así que a veces se iba de paseo a los alrededores del pueblo cercano. Le gustaba sobre todo ir a la zona de huertos, cuando araban la tierra había muchos bichitos para comer. Desde allí podía ver a la gente trabajar y reír, siempre le resultaba curiosa la risa de la gente.
Esta pequeña petirrojo era bastante confiada, le gustaba acercarse a la gente para saludar y curiosear. La mayoría de la gente le miraban y sonriendo le decían:
“Buenos días te doy, petirrojo. Te encanta curiosear y venir a saludar.”- Y la petirrojo saltaba por allí picando pequeños bichos que salían al trabajar en el huerto.
Llegaron las mañanas frescas de finales de septiembre y pasó el equinoccio de otoño. Los frutos de los huertos ya estaban maduros y había mucho que comer por todos los sitios: insectos, frutos, semillas… En el bosque se notaban las mañanas más frías y húmedas.
Aquella mañana nuestra petirrojo había ido de nuevo a los huertos y andaba picando por una linde cerca del camino. Vio que unos niños se le acercaban. Ella curiosa y confiada se quedó para saludar. Uno de los niños dijo:
“Apuesto 5 reales a que le doy” - y tal cual cogió una piedra del suelo y se la tiró.
Nuestra petirrojo se asustó e intentó alzar el vuelo, pero aquel niño tenía muy mala idea y muy buena puntería. Menos mal que la piedra le dio un poco de refilón en un costado y solo le hizo daño en un ala. Los niños se fueron riendo.
Después de recuperarse del mareo de la pedrada, la petirrojo volvió como pudo a la seguridad del bosque. Allí se subió a un chopo y…